El teatro no deja de ser, desde su origen en los clásicos, un crisol en el que depurar lo esencial de nuestros pensamientos.

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En eso comenzó esta andadura por las artes escénicas. Buscaba un texto que me permitiera poner al desnudo los perfiles más normales dentro de todo grupo humano que trata de competir por algo. No es tan diferente un casting de cualquier otra competición en la que haríamos casi de todo por alcanzar nuestro objetivo. La diferencia es que un casting nos permite ver nuestra propia actitud desde fuera, como si alguien estuviera interpretando nuestra propia vida.

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 En esta obra veremos cómo buscamos y desechamos continuamente aliados para cada momento del proceso, sentiremos que conocemos a cada uno de esos personajes de otras etapas de nuestra vida y, sobre todo, lo haremos riendo.

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Todo lo que aprendemos con risa se marca con mayor fuerza en nuestro conocimiento. Pero esta obra no pretende hacer crecer nuestra moral ni nuestro conocimiento. Solo pretende reírse de nuestras actitudes con la sonora carcajada de quien sabe lo que hace y por ello lo disfruta.

 

Y en ello estamos. Una vez más, espero que lo disfrutéis tanto como yo al escribirlo.

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Pedro Muñoz